lunes, 22 de junio de 2009

Apuntes sobre teatro comunitario




A partir de conversaciones con los “entusiasmadores” de teatro comunitario, lecturas e intercambios de ideas con los propios integrantes de la Murga de la Estación, es que compartimos esta suerte de apunte que va en dos partes (esta es la primera), a propósito de esta inmensa modalidad artística que congrega a viejos, jóvenes y niños y se sigue expandiendo, contagiando, para tratar, como dicen, que todo nos “valga la vida y no la pena”[1]
En esta entrega: breve sinopsis y conversación con Ricardo Talento, uno de los padres de esta propuesta


El teatro comunitario es un término complejo.
Podría decirse, para empezar, que refiere a una familia numerosa cuyos integrantes viven, caminan y sueñan por todo a lo largo de este bendito país. Si tratamos de evidenciar el comienzo de los nacimientos, podríamos, por ejemplo, remitirnos a aquella experiencia vivida en el barrio de La Boca de Buenos Aires, donde un puñado de valientes al frente de una asociación mutual de barrio y una cooperadora, hace casi tres décadas, elucubraron una forma posible de resistencia a través de talleres y actividades artísticas colectivas, en un intento de recuperar la celebración y la fiesta comunitaria a través del arte. Este es el caso del grupo “Catalinas Sur” nacido en 1983, para manifestarse frente a un orden pernicioso que, implantado otrora, en tiempos de dictadura, continuó luego en plena democracia hasta llegar a su punto de eclosión cuya fecha, entre tantas, es recordada no tanto gracias al calendario gregoriano, sino más bien mediante la evocación del famoso dicho popular: “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”[2].
Pocos años antes de aquella hecatombe de comienzos de este siglo, en 1996, “inspirados en la experiencia del vecino grupo de La Boca”, el grupo de teatro popular “Los Calandracas” (nacido en el año 1988), comienza a alentar un proyecto de artístico que, a través de talleres de murga y actuación, invitaba a los vecinos al centro cultural ubicado en el barrio de Barracas para hacer posible lo que se conocería entonces como “El Circuito Cultural Barracas” (nombre del galpón y de la agrupación), congregando a payasos, actores y murgueros que encontraron en el teatro comunitario una forma de comunicación y expresión, convencidos de que “si perdemos la risa y la alegría estamos derrotados”[3]
Y así siguió la cosa: en Misiones se descubrió la potencialidad del fenómeno denominado teatro comunitario en el año 1999. Por entonces, el grupo “Catalinas Sur”, presentando “venimos de muy lejos”, contagió el disfrute de una creación entre muchos al público posadeño que irrumpió en el sector portuario para maravillarse con la propuesta.
Y tanto entusiasmo enfermó de ganas al grupo Kossa Nostra y a muchos más para replicar la experiencia del grupo Catalinas que nos ayudó a dar los primeros pasos.
De manera que por el esfuerzo y regocijo de los muchos que se animaron y se animan, hoy usted nos está leyendo y puede disfrutar, como desde hace una década, de las propuestas murgueriles y también, si lo desea, sumarse a la Murga de la Estación o a la Murga del Monte de Oberá, nuestros hermanos de acá cerquita, para pasar, por que no, de espectador a actor que es igual a un vecino actor.
Es así esta historia. Compleja en términos cuantitativos y cualitativos. Por donde usted lo mire: mucho y muy variado: tantos vecinos, varias y muy coloridas historias. Así como para hacer reir, llorar, cantar y bailar… en lo posible, siempre de a muchos.


Una forma de fusionar las individualidades[4]


Para los que aun no lo conocen, Ricardo Talento es un hombre alto de cabellos blancos y bigotes, que se caracteriza no solamente por haber ganado varios premios en reconocimiento a su labor teatral y ser un “entusismador” del llamado también “teatro de vecinos para vecinos”, sino que, además, es alguien de andar y de hablar sereno. Lo que parece raro en estos tiempos que los medios de comunicación, por ejemplo, pintan tan vertiginosos.
Él mismo compartió algunas de sus apreciaciones sobre el teatro comunitario. Así que veamos que nos dice.

Ricardo, ¿qué representa para vos el teatro comunitario?

Siempre hablamos que parece una frase hecha del arte como trasformador social pero realmente no es una frase hecha, es un hecho muy vivo, y realmente, de trasformación de cada uno de nosotros que lo llevamos acabo, que participamos en este fenómeno denominado teatro comunitario.
Y decimos que te trasforma porque estamos viviendo una cultura de la individualidad: yo me fabrico mi mundo, yo, mi familia, con mi trabajo, mis pequeñas diversiones, donde no está pensado crecer en comunidad, crecer colectivamente, construir colectivamente y esto es la esencia del teatro comunitario, donde mi individualidad, junto con la del otro, crea un hecho comunitario, colectivo. Y aprender a construir en estos tiempos colectivamente creo, realmente, que es algo revolucionario.

A lo largo de casi treinta años esta forma de expresión colectiva ha venido creciendo ¿Quiénes conforman, actualmente, la denominada red de teatro comunitario?

En este momento, quienes formamos la red de teatro comunitario somos más de 30. Digo más de treinta porque andamos en 30, 35 grupos.
Fíjate que el primer grupo fue Catalinas Sur, el segundo fue el Circuito Cultural Barracas, después fueron los dos misioneros: el Grupo de la Estación y la Murga del Monte, o sea que hubo mucho tiempo en que solamente habían estos grupos.



El encuentro con los otros en tiempos de crisis

En la actualidad, poca gente recuerda que la palabra crisis fue acuñada para designar el momento de tomar decisiones. Etimológicamente el término se acerca más a “criterio” –el término que aplicamos para tomar la decisión correcta- que a la familia de palabras asociada con “desastre” o “catástrofe”, donde tendemos a situarla hoy.Zygmunt Barman “En busca de la política”.


Ricardo Talento: Después de la crisis del 2001, se arman toda la cantidad de grupos que se armaron y fue más que significativo.
Y ahora también este es un momento clave, y hay que estar muy atentos porque estamos volviendo a partir de un “cierto bienestar” -entre comillas- (por lo menos para ciertos sectores, los sectores medios sobre todo), a necesitar lo que algunos llaman “un lugar para mi”, “para mi familia”, que siempre me han resultado como una especie de “me encierro en mi mundo seguro” cuando, realmente, no hay crecimiento más grande para una familia que estar con otra familia, estar participando con los otros donde se vive, sea barrio, ciudad, y no estar encerrado un tu micromundo, en tu trabajo, con tu familia, diciendo “ya tengo cierta seguridad”, “¿para que me voy a juntar con el otro?”
Entonces tenemos que estar atentos: no quedarnos solos, no construir desde la individualidad, porque creemos que ya estamos bien, que ya tenemos trabajo, nuestra cuenta, vamos al shopping… y nos vamos a dar un nuevo porrazo...

¿Por qué?

Porque esa solidaridad que se supo construir puede llegar a perderse, porque si estuvimos apunto de ahogarnos y nos salvamos agarrándonos de donde pudimos, cuando ya estamos nadando, y estamos mejor, empezamos a decir: “no, me lleva mucho tiempo el teatro comunitario, prefiero quedarme en mi casa, prefiero otras cosas” y, en el fondo, estamos diciendo: “ya no necesito el salvavidas del otro, me arreglo solo”, y es muy peligroso eso.





[1] Frase acuñada por la Cooperativa de Trabajo “Lavaca”, colectivo de periodistas, en la apertura de su programa radial “Decí Mu”. Véase http://www.lavaca.org/
[2] Este escrito fue posible gracias a las lecturas de la obra de Marcela Bidegain: “Teatro Comunitario”: Resistencia y Transformación Social. 1ra. Edición, Buenos Aires 2007. Editorial Atuel.
[3] (Op cit 2007: 119)
[4] El siguiente apartado se realizó en base a una entrevista realizada a Ricardo Talento durante el IV Encuentro Nacional de Teatro Comunitario, en la localidad de Oberá, en el mes de marzo de 2008.